Llueve ... Lo suficiente para que el agua empape los tejados y las calles, el cielo está barnizado de una oscuridad casi total, el viento sopla fuerte ... demasiado. El frío es intenso, tanto que penetra sus aposentos e invade su cuerpo. Tirita, es el momento de ajustar el clima de la habitación.
Veinticinco grados de calor encienden sus mejillas y algo más. Cierra los ojos y se sumerge con pesadez en el fondo de sus memorias, una emoción brutal le acelera el pulso llevándola al borde del abismo. Entonces percibe su cercanía, sus brazos abiertos ... deseándola. Se acerca despacio y toca sus pies, deslizando con delicadeza sus manos hasta el triángulo dorado que le reconoce de inmediato, baja un poco el pijama, lo suficiente para que aparezca su carnoso montecillo.
Empieza separando un poco sus piernas, le gustan los pliegues que separan sus muslos, le abre los labios suavemente y aparece su línea vertical ... rosada y anhelante, lo primero que hace es acercarse y olerla, le gusta su aroma tan especial, no a perfume, a suavidad, a tierna frescura. Los labios interiores le reciben temblorosos, están ligeramente lubricados, sus dedos recorren hasta alcanzar el prominente botón y luego se hunden por completo en su ardorosa gruta.
Desliza un poco más el pijama. De pronto lo ve, lleva el plug anal que le ha obsequiado y sonríe pícaramente al descubrirlo.
— " Esta noche fría necesitaba sentirte ... ".
Mordió su labio inferior y contrajo su cuerpo sintiendo como su miembro grueso ocupaba lentamente el lugar que sus dedos ya habían separado.
Jueves en compañía de Mar y su bitácora
