Me cedo en ti, como a un todo inexorable
y me incorporas al cosmos
el mismo que empieza y acaba
bajo los poros de tu piel.
En un espacio infinito y perfecto
donde el placer más dulce y más perverso
se ciñe a nuestra carne, erotizando lo eterno.
Y mi cuerpo ... entregándotelo a modo de ofrenda
que sacie todos tus deseos.
Porque más allá de ti, no existe nada
tan solo el vacío; y algunos agujeros negros
infinito templo, donde consagro en tu lecho
la lujuria que inocuas en mi pecho.
Soy tu luna, tan llena de ti, de tu alma
y del calor oscuro que me brinda tu mirada.
Y tú...
mi sol nocturno
aquel que corrompe mis sentidos,
el que viaja por mis venas y se introduce despacito,
allanando el interior de todo lo que soy; y todo lo que creas.
Mi mundo eres tú,
y ante ti me arrodillo complacida
con mis muñecas atadas en el umbral del pedestal
que me ofrecen tus pies descalzos
muestra inequívoca de pertenecer a tu universo
y no al mundo en el que habito.
Eres mi abismo
y por ti me lanzo de cabeza, proyectando mi entrega
con cada piedra que se cruza en mi camino
tremendo placer que desgrana la piel
la misma que clama por tus caricias.
Pero más allá de todo
habito en lo más profundo de tu cielo
sometiendo el cuerpo y la mente
a lo que tú decidas.