Son esas noches extrañas evocando el ayer, vuelvo a escuchar su cuerpo agitado y tranquilo, cuando su auto avanzaba en tránsito lento por El paseo de la soledad, sobre la izquierda, sus bares y restaurantes de comida nocturna, hacia arriba todos los moteles que conectaban debajo con escalones estrechos y puertas diminutas, imperceptibles para el ojo no experimentado, él ... una a una me las iba señalando.
Por un tiempo fui una más en su lista, una mente sin voluntad que a su voluntad se sometía, mientras me devoraba escurriendo en su piel. Siempre buscaba algo distinto a lo que pudiera ofrecerle y rechazaba de forma tajante expresar cualquier sentimiento ... El tiempo pasó lento y aún así no fue suficiente ... vivíamos a destiempo.
Algo cambió y después de una serie de sucesos volvimos a contraponernos ... él, intentando poner su marca de arena en mis orillas y centro ... yo, agotada de sentir su légamo en mis raíces abiertas.
A veces, me encuentro conmigo cuando voy de regreso ... con carita de asombro me pregunto:
— ¡ Niña ... !, ¿ cómo diantres te metiste en eso ?
Algo cambió y después de una serie de sucesos volvimos a contraponernos ... él, intentando poner su marca de arena en mis orillas y centro ... yo, agotada de sentir su légamo en mis raíces abiertas.
A veces, me encuentro conmigo cuando voy de regreso ... con carita de asombro me pregunto:
— ¡ Niña ... !, ¿ cómo diantres te metiste en eso ?