Renací en lo profundo de tu enigmática mirada, más allá del interior que clama por tu todo. Abrí los ojos a tu mundo, floreciendo a la tibia sensación del reino en el que habitas, donde el bien y el mal se licuan por igual en el paraíso donde me liberas.
Soy el sueño engendrado en tu elixir del deseo, donde el sentimiento más puro y más intenso me ha creado, como inocente hembra que a tus pies se ofrece estremecida
Soy espacio sin límites, donde un instante es sentido con la misma intensidad en el hueco de tu mano, que en el santuario de tus labios que lo abrigan candoroso.
Soy gemido de un sol estallando en tu lujuria, en el mudo torbellino de tu alma, que me sostiene gravitando adosada a tu cuerpo y desafiando mil tormentas.
Soy obscena en mis adentros, Mesalina huracanada cuando me posees, me penetras y de mi conciencia eres dueño.
Soy promesa que brama y se retuerce en el desenfreno, desnuda, buceando sin pudor y sin grilletes en las llagas de tu inmensa ternura.
Soy ese ángel de alas blancas copulando en el lecho de tu cielo, al transitar cada latido de tu corazón de acero que se funde con mis besos.
Soy el albor de tus mañanas, aire entre tus manos que palpita y siente calor y frío, reptando a ritmo lento y acelerado por tu cuerpo.
Soy la flama de tu infinito averno, el que me bautiza con tu nombre, en un presente que florece en mi futuro.
Soy y seré principio, origen de tu esencia.